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The Queer Tango Book – Entrevista Claudio González

The Queer Tango Book – Ideas, Images and Inspiration in the 21st Century edited by Birthe Havmoeller, Ray Batchelor and Olaya Aramo was published in March 2015 by The Queer Tango Project as a free ebook in English. We are now sharing a Spanish version of ‘Interview with Claudio Gonzalez: the experiences and insights of a professional Queer Tango dancer’ by Olaya Aramo from chapter 4. Performance, The Queer Tango Book. – Olaya Aramo on behalf of The Queer Tango Book (QTB) and Claudio Gonzalez met in Madrid in early July 2014 during the Gay Pride celebrations.

 

Entrevista Claudio González: experiencia y visión de un bailarín queer profesional de tango
© Olaya Aramo

Claudio González es un profesional queer del tango con más de 25 años de experiencia. Su formación en tango se remonta a sus padres, Pedro González y Nilda Serna, bailarines profesionales de tango, quienes le enseñaron a bailar cuando contaba 15 años. A través de sus padres conoció y se formó con Antonio Todaro, a través del cual conoció a Pepito Avellaneda. También tomó clases con Mingo Pugliese y su esposa. También en esa época comenzó a concurrir a las milongas en Buenos Aires.

Además de tango, Claudio González tiene una extensa formación en clásico, contemporáneo, jazz, trapecio…que siempre ha fusionado con el tango. A partir de la experiencia del trapecio, por ejemplo, investigó con la elevación del tango al aire. En colaboración con otra trapecista, armó piezas de trapecio con pasos de tango. También tiene formación teatral.

Su carrera como profesional comenzó a los 21 años. Como otros profesionales de ese momento, viajó a Japón a hacer un espectáculo con los solistas de D’Arienzo , dirigido por Carlos Lazzari, con las orquestas Walter Ríos, José Colangelo y Víctor Lavallen. Viajó unas diez veces más a Japón en el transcurso de los años, mientras en Argentina continuaba sus estudios en tango y otras disciplinas.

Ha integrado las compañías “Tango Kinesis” de Ana María Stekelman durante los primeros años, que fusiona tango y danza contemporánea; “Forever tango” con el espectáculo “Tanguera”; la producción italo-belga “El tango” durante cinco años. Actualmente trabaja en un espectáculo con el reconocido coreógrafo belga-marroquí Sidi Larbi Cherkaoui, que trabaja sobre las culturas y danzas de cada país. Ahora trabaja en el espectáculo “Milonga”. Para la preparación de este espectáculo se realizó una investigación previa de dos años. Una de las piezas del espectáculo desarma el abrazo para bailar un tango en el que los brazos y las manos interpretan movimientos que en el tango se hacen normalmente con los pies.

Es jurado y preparador en los campeonatos mundiales. Como preparador para los mundiales, siempre trata de hacer algo original. Más que preparar para ganar, a Claudio le interesa incentivar la creatividad y la originalidad dentro de las piezas presentadas a la competición. Entrenó a una pareja de varones para el mundial de tango escenario. Esta ocasión, en 2013, fue la primera en que una pareja de dos varones participó en el Campeonato Mundial de Tango Escenario.

QTB: ¿Cuál es tu visión del tango y el tango queer?

Claudio: cuando yo empecé a estudiar con mi padre, me enseñó los dos roles. Mi padre también sabía los dos roles, así que actualmente todavía hacemos alguna que otra performance los dos juntos.

Él tiene ahora 71 años. Esto, digamos, con mi definición sexual y la que mi padre me había dado, me divertía. Cuando uno estudia los dos roles empieza a entender qué es lo que sucede en este caso a la mujer, teniendo todos los sentidos prendidos para dejarse conducir y tratar de hacer en este caso lo que el conductor marca.

Para mí no hay mucha diferencia entre el tango queer y el tango de las milongas donde va la gente a bailar en pareja hombre-mujer. Ni siquiera creo que está la diferencia en lo que uno siente. Uno siente como ser humano, tanto como conducido, como al conducir, no hay diferencias, para mí. Por eso yo no diferencio el tango queer del tango de las milongas tradicionales. Ahora, que no sea bien mirado, o no sea aceptado, eso ya es otra cosa.

Igual creo que Argentina es un lugar que ya está un poco más abierto respecto a eso. En el Festival que hace mi amigo Augusto Balizano como hace cinco o seis años o un poquito más, cada vez la gente se integra más, la gente que no es queer. Por ese lado está buena la movida y hay que seguir en el camino para que no se diferencie.

QTB: ¿Cómo enfocas tu docencia en tango?

Claudio: como maestro de tango enseño a bailar lo que me pidan. Dos o tres personas vinieron muy decididas a aprender los dos roles. Lo que pasa que una persona cuando no sabe muy bien un rol, y quiere aprender el otro, es un problema. Para mí, o hay que empezar desde cero con los dos roles, o hay que aprender muy bien uno y después el otro. Porque si no…tenemos una estructura nosotros cuando enseñamos, y si no lo estructuramos un poco no se puede enseñar tan libre -improvisamos y hacemos lo que queremos. Hay cuestiones técnicas que hay que enseñar, y es un poco complejo. Yo como estudié los dos roles a la vez siento que no me es difícil, pero algunas cosas que quiero hacer del rol de conducido las tengo que practicar mucho porque casi siempre conduzco. Cuando doy clases privadas a parejas de tango me fijo tanto en la mujer como en el hombre y yo creo que un docente tiene que saber los dos roles. No específicamente bien, pero sí tener una mirada de una cosa y de la otra. Si las clases se dan en pareja, con mi socia, cada uno se ocupa de su rol.

QTB: ¿Qué actividades en torno al movimiento del tango queer has integrado?

Claudio: participo cuando puedo, me encanta hacerlo, me parece algo importante porque es ganar un espacio. Más allá de que yo digo que no tendría que haber diferencias, pero las hay, es ganar un espacio. Después de tantos años de haber bailado, y de que la gente me reconoce como maestro y artista y me respeta, entonces desde ese lugar yo puedo entrar con otra propuesta. De bailar un rol de conducido en una milonga tradicional y nadie me dice nada, entonces me gusta ser un poco trangresor en eso y la gente como me tiene cariño, la gente grande en las milongas son como mis abuelos, a todos les gusta y respetan lo que hago. Uno tiene que tener un respeto por lo que presenta

y eso la gente lo ve. Yo no voy con cualquier propuesta: lo hago desde un lugar muy profesional, muy serio, muy sano, sin agredir. No me beso en una coreografía con otro chico en una milonga así, porque estaría incentivando a la gente a que no lo guste. Entrando por ese lado tenemos una mejor aceptación.

Hace años que estoy en es festival de tango queer de Buenos Aires y de Berlín. A pesar de que digo que hago cosas, no soy el más activista. Mi amigo Augusto, él sí está mucho en la movida, él me llama y yo siempre acepto. La gente del tango queer lo reciben muy bien. Hacer algo profesional, algo artístico, es también respetar a la comunidad queer. No es que me pongo cualquier cosa y voy y bailo porque es una milonga queer y nadie sabe nada. Creo que muchas personas piensan así. Si no se presentan así en una milonga tradicional, no sé por qué a si mismos no se presentan de la misma manera en una milonga queer. Son como mucho más relajados, más light, no hace tanto que están, y no saben tanto; si no saben tanto hay que incentivarlos a que aprendan más o que tengan más curiosidad, y yo creo que presentando algo de una forma muy profesional la gente se empieza a interesar más, desde lo artístico, desde la técnica, del por qué el tango es de esta manera, por qué los abrazos, por qué el cambio de roles, por qué hay una pequeña estructura, porqué la mujer o la conducida usa tacos…me parece que es importante.

QTB: Contexto tango queer en BSAS y Europa

Claudio: Lo vimos resurgir. En 2001 me fui de Buenos Aires y no sabía si volvía. Había vivido con Augusto en la misma casa durante muchos años, y Augusto empezó a bailar un poco por eso. Él me conoció a mí, se empezó a interesar, luego dejé de verlo un tiempo, estaba bailando un poco mejor, vivimos juntos, le di clases. Me dice “volvé pronto”. Le dije “si no vuelvo vos lo que tenés que hacer es poner una milonga para chicos, o para chicas, una milonga gay. Haceme caso porque es un buen momento”. Él me dijo “cuando vuelvas lo hacemos juntos”. Yo le dije “yo no quiero estar metido como integrado”. Porque desde algún lugar, recién ahora lo pienso, todavía el tango estaba muy cerrado a eso, y yo me iba a cerrar puertas en mi trabajo y no quería. Yo sabía que él tenía otra mirada, otro empuje, él es diseñador gráfico. Y cuando yo llegué él ya había empezado la milonga, la primera que tuvo, en un apartamento muy pequeñito. Fui, la pasé bien, me divertí. Creo que fue un buen comienzo y lo sigo apoyando. Forma parte de su vida y es algo muy importante para él. Él viaja mucho a partir de las propuestas que le hacen en la milonga.

Creo que en Europa la gente queer baila mejor que en Buenos Aires. Son más estudiosos, se ponen las pilas, las mujeres conducen muy bien, me parece que desde un lugar es una lección también para nosotros. No sé por qué, como vivimos en Argentina, somos argentinos y el tango es argentino, entonces nos ponemos perezosos y cachereamos con que el tango es nuestro, pero finalmente cuando salimos afuera nos damos cuenta que saben un poco más que nosotros. En Europa he bailado con mujeres que me han conducido y la verdad que fue un placer.

QTB: ¿Cómo enfocáis Augusto y tú el proceso creativo de vuestras actuaciones?

Claudio: a Augusto y a mí nos gusta trabajar bastante. Tuvimos un grupo, “Propuesta 5”, donde éramos cuatro chicos y una chica que todo el rato hacíamos cambio de roles. Y después de disolverse el grupo surgió la propuesta de participar como maestros en algunos festivales. Yo tengo mi trabajo como un poco paralelo a lo que es el queer así que a veces puedo y a veces no tanto. Cundo uno prepara una pieza para el queer es muy diferente el pensamiento. Porque te abre mucho más la cabeza, porque sabes que la gente lo va a aceptar, diferente a las personas que son más tradicionales, mucho más metidas en el tango, más cerradas. A pesar de que mi trabajo siempre fue fusionar y hacer diferentes propuestas a través del tango, con el queer, con Augusto, hemos hecho muchas cosas diferentes, desde bailar con faldas, hacerles poner a los chicos tacos -cuando todavía no había videos de chicos bailando moderno con tacos. De hacer honor a la Argentina -hicimos un par de coreografías que tenían que ver con los desaparecidos, los NN, que la gente pueda ponerse a pensar por qué bailamos con las cabezas cubiertas, sin imagen en la cara. Nos divertimos mucho trabajando y haciendo performances para la gente queer, que sabemos que es más relajada y lo recibe muy bien. La primera vez que fuimos a Berlín pusimos una canción en alemán. Era una música moderna, la cantante Mina, y tenía un ritmo como de milonga, fue muy bien. Y después hemos preparado diferentes performances que tenían más que ver con la técnica contemporánea, despojándonos un poco del tango y desviándonos para otros lugares. Pero cuando uno mantiene la esencia uno puede hacer un paso de tango en una coreografía y el tango se ve.

QTB: ¿A qué te refieres con “esencia”?

Claudio: la esencia, digamos un solo paso de tango, es estudiado, es sentido: saber cómo pisar, cómo caminar, cuando tenés como un pensamiento muy claro de lo que es el tango creo que tiene mucho que ver todo esto que te digo. Tiene mucho que ver lo que te pasa en la piel, en los poros, a eso me refiero. Podemos trabajar mucho con danza moderna. Y si a esa misma coreografía le ponemos un tango ya tiene como otra estructura y el movimiento que hacemos de moderno también tiene otra cosa, de seguir más el tango y la marcación del tango. Por ejemplo, Pugliese, Di Sarli, Troilo, Piazzola. Hay que saber mantener la esencia dentro de una performance, de la coreografía. A veces se logra y a veces no.

Yo creo que el tango es uno solo. Lo podés trabajar y lo podes analizar mediante una investigación con el cambio de roles y el cambio de abrazo. Podés trabajar mucho eso pero eso es un trabajo como el que yo hice con el coreógrafo, eso es una forma de investigar, lo que pasa que en el queer la gente se lo permite más, y en el tango tradicional de gente más grande no lo hacen, no desarman el abrazo ni a palos, así que por ese lado es un aporte bárbaro. Si en algún momento se cataloga como algo diferente bienvenido sea para el queer, ojalá que si. Pero me parece que es una parte de una investigación que nosotros al liberar un poco más la cabeza y jugar a cambiar los roles, quizá pueda aparecer algo, ojalá que aparezca una técnica especial del tango queer en la enseñanza. Para mí por el momento es una investigación que hacemos y que determinadas personas hacen, quizá como el tango nuevo, con un abrazo más relajado, más fluido, con más escucha de quien conduce, más propuesta por parte de la persona conducida…y está bueno, todas las propuestas son bienvenidas.

Agregaría que más allá de todas las técnicas, toda las formas, el queer, el tradicional, el moderno, me parece que, así desarmemos el abrazo, es un baile de abrazo, es un baile de a dos, es un baile esencialmente de comunicación, de comunicar qué te sucede, cómo estás, el sentimiento que te transmite escuchar una música y bailar, y bailar con el otro, para mí fundamentalmente es de lo que no nos tenemos que olvidar. Mas allá de los cambios de roles y las propuestas que haya uno tiene que pensar que una persona sola no puede bailar tango.